En el aire los sonidos se escuchan diferentes; el viento, las olas del mar, las voces de la gente y el canto de los pájaros, todo suena muy distinto. Como pilotos nos hemos acostumbrado a volar con dos sonidos que la mayoría del tiempo van con nosotros allá arriba y son el sonido del variómetro y las voces de los pilotos en el radio transmisor.
Recuerdo que Santiago Ayala, mi instructor de parapente, no nos dejaba volar con variómetro los primeros meses. Quería que supiéramos cómo sentir las ascendentes e identificar las térmicas. También nos enseñó claramente que hablar por el radio requiere respeto y ciertas normas de convivencia. Aprendí que debes identificarte, dar tu posición y tu intención. Por ejemplo: “Sofía, en el Sigma 10 rojo, a mil metros sobre despegue. Dirigiéndome hacia el sur”. Además, me di cuenta de que es cordial avisar cuando vas a despegar y aterrizar, y por supuesto nunca decir groserías ni mentiras.
Por estos días de marzo del 2020 siento como si todos los pilotos hablaran por el radio a la misma vez y, adicional a esto, el variómetro sonara sin parar. ¡Me siento llena de ruido! ¿Ustedes también lo sienten? Estamos colmados de información, ¿no les parece?
Les quiero proponer que antes de transmitir y compartir la información que nos llega de todas partes, por favor exploremos la posibilidad de hacernos las siguientes tres preguntas que usamos los yoguis antes de hablar o transmitir.
Primera: ¿Es esto 100% cierto? Segunda: ¿esto es 100% positivo y ayuda a levantar el ánimo? Tercera: ¿es 100% necesario decirlo?
Les confieso que no siempre he dicho la verdad y en mis épocas de estudiante de comunicación pensaba que era necesario decirlo todo. Sin embargo, más que nunca en estos días de retiro en casa, me he dado cuenta lo vital que es parar el flujo de información que no sabemos si es cierta, que desanima y produce intranquilidad. ¡Nos llena de ruido y nos quita el equilibrio!
Notemos la tendencia que tenemos de mirar las noticias. Tal vez lo hacemos para sentirnos responsables, para entretenernos, para tener tema de conversación, para tener argumentos para opinar o para mantenernos más informados. Cualquiera que se la razón que nos impulsa a llenar de información nuestra mente, consideremos esta pausa mundial como una oportunidad para las tres preguntas y hacernos amigos de nuestro propio silencio.
El silencio ayuda a aquietar la voz y la intensidad de ese diálogo interno que todos tenemos y que nos hace juzgarnos a nosotros mismos y los demás, analizar, aconsejar, criticar, planear, predecir, resolver y sacar conclusiones. Cuando empezamos a reciclar información y clasificarla para identificar qué poner en nuestra mente, empezamos a aceptar el silencio como un aliado, y logramos calmarnos y relajar nuestro cuerpo. El silencio nos da la posibilidad de identificar la térmica, la descendente, el momento de transición ¡y de tomar decisiones acertadas! Pienso que el silencio es uno de los regalos más lindos al volar. Nos permite explorar nuestros sentidos; oír más allá del sonido y ver más allá de la forma.
Ojalá en estos momentos podamos aprender a disfrutar un poco de silencio y nos hagamos las tres preguntas antes de hablar, publicar y compartir información. Tal vez podríamos contribuir a nuestra paz interior y a la de nuestras familias. ¡Deseo que así sea!
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