Parapente: Los arboles han salvado más vidas que los paracaidas.

Descubre por qué un arborizaje puede ser tu mejor opción en un aterrizaje de emergencia en parapente. Aprende a priorizar tu seguridad sobre el material en vuelos cross country y conoce experiencias clave. Consejos de un experto para gestionar la situación.

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En el vuelo en parapente, especialmente en cross country, siempre estamos expuestos a lo inesperado. Saber improvisar un aterrizaje de emergencia es crucial, y la mejor decisión no siempre es la más obvia. La prioridad debe ser siempre tu seguridad.

Muchos, sobre todo cuando somos novatos o volamos con material nuevo, tendemos a proteger el equipo por encima de nuestra integridad física. Pero cuidar el parapente o la silla no puede anteponerse a preservar el cuerpo. Lesiones de rodilla o columna por forzar un aterrizaje pueden tener consecuencias graves y duraderas. El material se reemplaza; tu cuerpo, no. Por eso, es fundamental cambiar de mentalidad: es preferible dañar el equipo a que te hagas daño tú. En este contexto, el arborizaje —aterrizar en árboles— no siempre es una mala noticia. De hecho, en algunas situaciones, puede ser la mejor opción para salir ileso.


Mis experiencias con el arborizaje

A lo largo de los años, he tenido varias experiencias que me enseñaron lecciones valiosas sobre cómo el arborizaje puede salvarte.

Mi primer contacto fue en Trujillo, Venezuela, siendo aún muy novato. Volaba con un parapente prestado y tenía que aterrizar en un campo de fútbol rodeado de palmeras. No calculé bien y me salí del campo, terminando colgado de una palmera. El parapente quedó dañado y tuve que pagar los arreglos, pero salí sin lesiones.

En Japón, en 1998, trabajaba con Aerotact y volaba un parapente de talla L. Mientras practicaba una secuencia acrobática sobre un bosque, quedé atrapado en la vela al fallar una maniobra. Perdí altura rápidamente y tiré el paracaídas, que tuvo problemas para abrirse. Finalmente, aterricé entre los árboles, sin daños serios. Si hubiera intentado esa secuencia sobre otro terreno, el desenlace habría sido diferente. Decidir hacerlo sobre el bosque probablemente me salvó la vida.

Otra experiencia intensa fue en mi primer campeonato de España, en la Seo de Urgel. Volábamos con viento fuerte y al acercarme a una baliza en Orgañá, fui arrastrado hacia atrás sin poder hacer nada. Opté por volar viento de cola a 70 km/h directamente hacia un grupo de pinos. Me enganché en uno, rodeado de ramas afiladas que podrían haber causado heridas serias. Aunque fue peligroso, el impacto fue menor gracias a los árboles.

Estas situaciones me enseñaron que, aunque arborizar puede dañar el material, muchas veces es un precio bajo por proteger tu integridad física.


Anticiparse a los problemas

Una lección clave: los problemas evitados son los mejores. En Orgañá, no anticipé el riesgo del viento. Como novato, no evalué correctamente la ubicación de la baliza ni las condiciones. Si lo hubiera hecho, podría haber optado por una ruta más segura antes de entrar en una zona crítica.

Anticiparse significa evaluar continuamente el viento, el terreno, los obstáculos (como cables), y tener siempre opciones de aterrizaje en mente. Es parte de la planificación activa en cross country, no una reacción ante la emergencia.

Al volar, buscamos rutas y térmicas, pero también debemos identificar posibles aterrizajes a lo largo del trayecto. La anticipación no garantiza evitar todos los problemas, pero sí reduce drásticamente las situaciones de riesgo.


Practicar precisión puede ayudarte

La habilidad de aterrizar con precisión es vital. Te permite improvisar aterrizajes en espacios reducidos o en condiciones complicadas. Mejorar esta habilidad amplía las opciones disponibles durante un vuelo.

Sin embargo, incluso con buena técnica, pueden surgir imprevistos: cables ocultos, cambios de viento, errores de cálculo o pérdida de sustentación a baja altura. En esos casos, intentar un aterrizaje de precisión puede volverse más arriesgado que dirigir el parapente hacia un grupo de árboles.

Por eso, mentalmente tengo asumido que el arborizaje es una opción válida. Lo valoro como parte de mi estrategia de seguridad. No se trata de rendirse, sino de elegir conscientemente lo que más protege mi cuerpo.

Practicar precisión no elimina el riesgo, pero ayuda a evitar muchas situaciones de emergencia. El arborizaje, cuando es necesario, se convierte en una herramienta más dentro del repertorio de decisiones seguras.


Consejos para un arborizaje de emergencia

A partir de estas experiencias y principios de seguridad, aquí tienes algunos consejos prácticos:

  • Prioriza tu integridad física sobre el material: Siempre. Un parapente roto se reemplaza. Una rodilla o vértebra dañada puede afectarte de por vida.
  • Acepta el arborizaje como opción válida: No lo veas como un fracaso. Si un aterrizaje se complica, los árboles pueden frenar tu caída y evitar una lesión. Puede ser la mejor alternativa.
  • Practica la precisión: Aumenta tus opciones de aterrizaje seguro y reduce la necesidad de improvisar en condiciones difíciles.
  • Anticípate siempre: Evalúa constantemente el entorno, el viento y los obstáculos. Tener un plan B y C es parte del vuelo responsable.
  • Si no hay buenas opciones, elige la menos mala: No siempre encontrarás el sitio perfecto. A veces, elegir un área arbolada es mejor que arriesgarse a un aterrizaje más peligroso.
  • Aterriza contra el viento si puedes: Reduce tu velocidad relativa al suelo. En árboles, también puede ayudar a amortiguar el impacto.
  • Haz una buena aproximación final: Incluso en situaciones de emergencia, intenta mantener el control suficiente para orientar la vela y tu cuerpo de la mejor manera.

En resumen, volar cross country implica asumir riesgos, pero también estar preparado para gestionarlos. Si te enfrentas a una situación límite, donde las opciones convencionales te exponen a un daño grave, recuerda: un arborizaje puede salvarte la vida. No es una derrota, es una decisión inteligente. Cuida tu cuerpo por encima del equipo. Vuela seguro.

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Daniel Crespo V. El Pana
Daniel Crespo, "El Pana", es diseñador gráfico y comunicador especializado en parapente, paramotor y paratrike. Vuela desde 1993 y cuenta con importantes logros deportivos en ambas disciplinas. Ha sido campeón del mundo en paratrike, campeón de España de Parapente 2018, y campeón de España de Parapente biplaza en 2016 y 2018, además de miembro del equipo español de parapente y de paramotor. También fue fundador y piloto del Equipo SAT. Junto a Claudia Riquelme fundó Ojovolador.com en 2002, donde ejerce de piloto de pruebas, reportero y fotógrafo del aire.