Para los ojos de un piloto que visita El Hierro por primera vez, casi parece que todo el Valle del Golfo, en el norte de la isla, haya sido puesto ahí para ser volado. Y eso mismo debieron pensar algunos herreños aficionados al parapente, cuando ya hace 25 años decidieron poner en marcha una concentración anual. Con el paso de los años, la Concentración Internacional de Parapente El Hierro se ha convertido en un referente, y convoca a pilotos de todo tipo, desde aficionados a los vuelos de distancia hasta pilotos de acro, que tienen en esta isla un paraíso para entrenar y progresar.
La concentración arrancó con cielos nublados y viento cruzado la primera mañana, pero eso no es impedimento para volar en la isla: si el despegue más alto (Dos Hermanas, 1200 m) está cubierto o con el viento mal enfrentado, aún quedan otros tres despegues, a partir de los 600 m. Y con todas estas opciones, hubo posibilidad de volar todos los días, desde los despegues de 600 m, 800 m y Dos Hermanas.
La organización había preparado, como es habitual, dos tipos de competición para los pilotos. Por un lado, la competición de Precisión, en la que el objetivo es aterrizar en una diana. Esto tiene su dificultad, sobre todo si hay actividad térmica en el aterrizaje, cosa frecuente en este caso. Más de una decena de pilotos consiguieron hacer diana.
Y por otro lado está la prueba de Distancia, que este año estuvo muy reñida hasta el final, y en la que se declaró ganador el tinerfeño Antonio Manuel Pérez Aserrador, que voló una distancia lineal de 46 km. Los premios se otorgaron en la ceremonia de clausura, llena de momentos divertidos y emotivos, y donde se entregaron también los premios a las mejores fotografías.
La meteorología fue propicia también para que numerosas personas pudieran tener su primera experiencia en parapente, disfrutando de vuelos biplaza, y para que algunos pilotos de ala delta compartieran el cielo con los parapentistas.
El ambiente en la zona de aterrizaje y en la carpa no podía ser mejor, animado en todo momento por el speaker habitual del evento, Airam Rodríguez. La organización programó actividades para todos los gustos, siempre relacionadas con el aire y el viento, hilo conductor de la edición de este año: talleres para los más pequeños, exhibiciones de cometas, exhibición de cetrería y actuaciones de danza aérea. También pudimos disfrutar de un globo aerostático, volando por primera vez en El Hierro, otra manera diferente de disfrutar de su cielo.
El esperado salto de paracaidistas no pudo realizarse, ya que el cielo estaba cubierto en el momento previsto para ello, pero la seguridad tiene que primar siempre. Sí se pudo disfrutar de la presencia del helicóptero del Grupo de Emergencias y Salvamento de Canarias, que realizó una demostración de un rescate, y aterrizó, para deleite de los niños y no tan niños.
Los momentos más espectaculares corrieron a cargo de los pilotos de acro: por un lado, los locales Juan Luis Morales y Renán Morales (Canarias Acro Team), así como los vascos Joseba Izaguirre y Oscar Fernández, y el saltador base José Rodríguez Allgayer, que realizó un impresionante salto desde un paramotor trike.
Y para dejar constancia de esta edición tan especial, Matías, Sabotaje al Montaje, realizó un alucinante mural conmemorativo que vimos evolucionar a lo largo de la concentración.
Mucho que ver y hacer en El Hierro
Aparte de disfrutar de todas estas actividades que el Club Guelillas nos tenía preparadas, merece la pena el largo viaje hasta la isla, por la misma isla en sí.
Es un lugar como ya quedan pocos, donde el silencio y el aire limpio aun existen. La isla con alma le llaman, y no puede ser más acertado ese nombre.
Toda la isla tiene lugares únicos que seguro merecen una visita, como los bosques milenarios de laurisilvas o el sabinar, los fondos marinos de la restinga, paraíso para el buceo, o el faro de Orchilla que solía marcar el Meridiano cero del mundo hace varias generaciones.
Pero aun si no dispones de vehículo o no quieres desplazarte lejos, en la misma zona de La Frontera hay muchas cosas que ver y hacer.
Un baño y un rato de relax en las piscinas naturales de La Maceta curan todos los males y recargan las pilas. Y que en el paseo de vuelta descubras las plantaciones de las piñas más dulces y de paso te regalen unas cuantas para probar, no tiene precio.
Es interesante también la visita al Ecomuseo de Guinea, para descubrir un poco más de la historia de la isla y de sus habitantes humanos y animales, como el lagarto autóctono, salvado de la extinción y protegido en el isla.
Parece El Hierro una isla pequeña, puede parecer un lugar desierto y solitario, y soledad puedes tener si la buscas, pero sin duda lo mejor que tiene la “isla del meridiano” es su gente, que no puede ser más amable.
Me queda mucho por ver y hacer en el Hierro, así que será necesario volver. Gracias a todos, al club Las Guelillas, a los comerciantes y hosteleros de la isla, a ese agricultor que me regaló las piñas, porque no me voy a olvidar de vuestra isla, y me volveréis a ver por allí, sin duda.
Para saber más: https://www.facebook.com/elhierroparapente/